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Arriendos

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Cuando recién llegué a la ciudad, aseguré mi estadía, arrendando un departamento por una semana, para instalarme tranquilamente y dedicarme a recorrer las atracciones locales. A medida que fueron pasando los días y fui conociendo más gente, comenzaron a aparecer datos de arriendos por montones. Además, un buen consejo fue que simplemente preguntara en conserjería de cualquier edificio y me darían información. Lo cierto, es que funcionó bastante bien, en todos los edificios que pasé a preguntar, me dieron algún dato y en un par, logré ver departamentos. Me pasaron la llave sin problemas y el número del corredor o el dueño, por si me interesaba llamarle después.

En las redes sociales también encontré muchos grupos en inglés o español, de corredores o personas que ofrecían sus propiedades y ahí fue dónde más abundante información pude extraer. Una de las corerdoras, me dio el dato del sitio: RentHub.in.th. Donde encontré un listado interminable de arriendos, al punto que debí continuar al día siguiente. Y resultaba más fácil porque podías preguntar directamente al encargado de la propiedad a través de la aplicación Line. Y para instalarla, necesitas un número tailandés.

Arriendos había para todos los presupuestos. Lo más barato que me recomendaron fue de 120 dólares, pero era una casa en los suburbios de Bangkok, donde tenía que tomar metro, bus y un taxi para llegar. No valía la pena gastar 2 horas de viaje para ahorrar tanto. No pedían ni garantía y estaban incluídos todos los servicios. De todas maneras fui a verlo. La gente muy amable, el lugar silencioso, profundamente tranquilo. Me recordó mi segunda cita de Tinder, Lisa porque el barrio era bastante parecido y la gente apenas hablaba inglés. No arrendé, pero me divirtió el viaje.

Visité al menos siete lugares distintos, de todos los precios. Uno de los que más me gustó, quedaba cerca de la estación Asok, tenía 2 habitaciones, cocina americana, una sala y balcón, enormes. Ese costaba trescientos cuarenta dólares mensuales, si lo arrendaba por un año o cuatrocientos veinte por un contrato de seis meses. Además tenía 3 piscinas comunes, 2 salas enormes para trabajar y 3 gimnasios, uno de ellos tenía un ring. Lo único que no me gustó del lugar, fue que estaba lleno de extranjeros. Yo quería algo más tailandés. Por algo me había ido de Latinoamérica y el continente europeo, es divertido por una semana, ya después te das cuenta que es feo y aburrido. Y yo, sólo quería tener vecinas asiáticas.

Me decidí por un edificio cercano al río y al metro. Piso diecinueve, 2 habitaciones, cocina americana y un balcón decente para fornicar si querías, sin molestar a los vecinos, porque tenía murallas por el lado izquierdo y se terminaba el edificio por el derecho. Había dos piscinas, un gimnasio y un espacio para trabajar, como áreas comunes. Además del estacionamiento para motos, que también estaba incluido. Lo arrendé por un año y me costó doscientos cincuenta dólares. Debí pagar el mes de arriendo por adelantado más una garantía por el mismo monto. Me pidieron el pasaporte para tomarle fotos y el contrato estaba en tailandés e inglés, con las fotocopias de los documentos mías y de la dueña del departamento, que quería conocerme en persona y se mostró muy sonriente y amable en todo momento. No voy a negar que le miré el culo, a pesar de sus sesenta años, lo tenía bien puesto, pero ya en otro país que no quiero recordar el nombre, ya me había follado a la dueña del departamento y salió todo muy mal, al punto que casi pierdo la vida. 

Ahora que tenía un lugar para vivir, podía dedicarme a los placeres de la vida. Actualicé e instalé, todas las aplicaciones de cita que conocía. Además, salí a ver el mercado local de féminas en los alrededores, para conocer con qué me encontraría los próximos meses. Como esperaba, sólo vi asiáticas. El problema fue que apenas nos hacíamos entender, pero me gustó que sucediera de esa manera, porque me permitió conocer un poco más a varias vecinas, muy sonrientes y coquetas, varias de ellas bastante menores para mí. Ya me estaba gustando el sector, así que me comencé a dejar querer. Las asiáticas son muy amables, sobre todo con los hombres mayores. Debe ser una cuestión cultural, pero son muy respetuosas y risueñas. Y coquetas.