La llegada
Bajándote del avión, aún no te das cuenta del clima. Porque como vienes de un vuelo internacional, pasas de un ambiente con aire acondicionado a otro. Incluso, dentro del aeropuerto llegas a sentir algo de frío. La fila para migración siempre parece interminable. Y los oficiales parcos y con cierto cinismo te atienden en un par de minutos. Aunque siempre sacan a uno que otro de la fila, cuando el sistema les arroja que ya lleva muchas entradas al país de las sonrisas, que aún no muestra muchas sonrisas.
Luego de salir del control migratorio, la gente se ve más amable. Bastante. Te ofrecen unos chips de teléfono de distintas compañías a elevados precios. Lo mejor es adquirir un número en caso de ser necesario, pero si se puede evitar, mejor. Ya llegando al a ciudad es posible encontrar ofertas más convenientes. Quizás compraría un número nuevo, sólo para conocer de cerca a las primeras tailandesas que nos ofrecen en un buen inglés sus productos, pero también en la ciudad, es posible encontrar ofertas más convenientes. De todo tipo.
Lo mejor para salir del aeropuerto es tomar un Grab o un Bolt, que dependiendo de la distancia y otras ecuaciones, podría ser más conveniente uno u el otro, sin embargo jamás deberías tomar un Tuk-Tuk, menos aún en el aeropuerto, porque no importa cuánto dinero lleves, nunca te alcanzará para pagar esa estafa. Y los taxis no lo hacen nada de mal. Por lo que si no tienes las aplicaciones de transporte, entonces antes de subirte al taxi, debes recordar hacer dos preguntas, que podrían determinar el resto de tu jornada.
- ¿Cuánto es el costo por el viaje?
- ¿En qué moneda?
O también puedes pedir que te echen a andar el taxímetro, pero eso ya es correr un riesgo tentando al bolsillo. Lo mismo que sucede en Latinoamérica, en Europa y África, sucede en Asia con los taxistas. Sólo cambia el idioma.
Una vez en el alojamiento, sea cual sea, recordar que el agua no es tan potable en todas partes y ya debiste haber contratado un seguro médico o de viaje mucho antes de llegar, para salir a comer y explorar esos nuevos sabores y lugares. Bangkok nunca duerme, sin embargo el bebestible tiene restricciones horarias, por eso del budismo. Pero siempre se puede hacer algo. Solo hay que saber preguntar.
